El oro y otros metales preciosos presentes en la corteza de nuestro planeta son el resultado de un bombardeo de asteroides que se produjo más de 200 millones de años después de que se formara la Tierra, según un estudio publicado hoy en la revista Nature. Investigadores de la Universidad de Bristol (Reino Unido) llegaron a esta conclusión tras comparar la composición de rocas de casi 4.000 millones de años de antigüedad halladas en Groenlandia con la de muestras más modernas. Estas rocas tan primitivas son una oportunidad única para conocer la composición de la Tierra poco después de la formación del núcleo y antes del bombardeo de meteoritos.
El profesor Matthias Willbold y sus colegas midieron los isótopos de tungsteno de las rocas y
comprobaron que la composición del manto terrestre cambió después del bombardeo
de meteoros hace unos 3.900 millones de años, unos 650 millones de años después
de la formación del Sistema Solar. "La
mayoría de los metales preciosos sobre los que se basan nuestras economías y
muchos procesos industriales clave se añadieron a nuestro planeta por una feliz
coincidencia cuando la Tierra fue alcanzada por miles de millones de toneladas
de asteroides", señaló Willbold.
Los resultados de
las mediciones apoyan la teoría de que la lluvia de meteoros, que también es
responsable de muchos de los cráteres de la Luna, aportó esta capa de
materiales preciosos después de la formación del núcleo, lo que explicaría la
sorprendente abundancia de estos metales cerca de la superficie de la Tierra.
El tungsteno (W) que se usa
para fabricar los filamentos de las bombillas es un elemento muy raro (un gramo
de roca contiene una diez-millonésima parte de un gramo de tungsteno) y, como
el oro y otros metales preciosos, debería haberse integrado en el núcleo cuando
éste se formó. Como muchos otros elementos, el tungsteno está compuesto de
varios isótopos, átomos con unas mismas características pero masas ligeramente
diferentes. Los isótopos son huellas fiables del origen de los materiales y la
lluvia de meteoritos sobre la Tierra debió influir en la composición isotópica
del tungsteno. Willbold observó una reducción de 13 partes por millón en la
relativa abundancia del isótopo 182W entre las rocas de Groenlandia y las
actuales. Este pequeño pero significativo cambio concuerda con la teoría de que
las reservas de oro accesibles en la Tierra son una consecuencia del bombardeo
de meteoritos.
"Extraer el tungsteno de las muestras de roca
y analizar su composición isotópica con la precisión necesaria fue muy difícil
debido a la mínima cantidad de tungsteno presente en las rocas. Somos el primer
laboratorio que ha logrado con éxito realizar mediciones de tan elevada
calidad", aclara Willbold. El próximo desafío para
los científicos será estudiar cuánto tardaron estos procesos geológicos, que
formaron los continentes y concentraron los metales preciosos y el tungsteno en
depósitos de metales que son extraídos hoy de las minas.
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