Conociendo Metales: El estaño un metal difícil de oxidar


El estaño es un metal plateado, muy maleable, que no presenta oxidación fácilmente y es muy resistente a la corrosión. Es muy común encontrarlo en aleaciones, ya que se usa mucho como recubrimiento de otros metales, como protección de la corrosión. Sin embargo, es interesante mencionar que una de las características más llamativas es que bajo determinadas condiciones forma la peste del estaño. Otra característica es que cuando se dobla una barra de estaño, se produce un sonido muy particular que se conoce como grito del estaño, que se provoca por la fricción de los cristales de los que está compuesto.

Está ubicado en el grupo 14 de la tabla periódica que agrupa los elementos químicos y le corresponde el número atómico de 50. El nombre en latín es Stannum. El vocablo en latín, stannum literalmente significa en su acepción de verbo como “estañar”. Fue descubierto por Julius Pelegrin en 1854. Este es un metal conocido y utilizado desde tiempos antiguos e incluso en los textos del Antiguo Testamento ya se hace mención de él. En la antigua civilización de Mesopotamia se hacían armas de bronce, que es una aleación de cobre y estaño. Durante el Imperio Romano, los artesanos solían recubrir el interior de las vasijas de cobre con un baño de estaño.

Las dos variantes alotrópicas que presenta el estaño son las siguientes: el estaño gris, que es un polvo no metálico, semiconductor, de estructura cúbica y estable a temperaturas menores a 13,2°C, que es muy frágil y ostenta un peso específico más bajo que el blanco. Y la segunda variante alotrópica es el estaño blanco, el más común, metálico, gran conductor eléctrico, con una estructura tetragonal y muy estable a temperaturas mayores a 13,2° C.

Se obtiene del mineral conocido como casiterita, que es en realidad un óxido de estaño IV y también está presente en el cobre. Este mineral se suele moler y se enriquece en dióxido de estaño, por el sistema de flotación y una vez terminado este paso, se tuesta y se calienta con coque en un horno reverbero con lo que se obtiene finalmente el metal. Los primeros en descubrirlo fueron los griegos.

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